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jueves, 14 de noviembre de 2013

La misma niña que busca ser feliz

ME VI EN EL ESPEJO Y ENCONTRÉ... 
Ser la misma niña que busca ser feliz.

Anita estaba sentada junto a su mejor amiga de toda la vida, acomodando las muñecas en el cuarto de ella, porque su papá las llevaría al parque a andar en los patines.
 -Ya están listas niñas? Nos vamos en cinco minutos.- Sonrió el doctor José asomándose por el marco de la puerta de madera. 
-Ya papá!!- grito alegremente Georgina, corriendo a sus brazos y antes de salir del cuarto, volvió su mirada hacia mi. 
-Andale Anita!! Ya deja las muñecas como están y vámonos al parque, que quiero estrenar mis patines.
 Ambas niñas subieron al auto y comenzaron a escuchar "Las cuatro estaciones" de Vivaldi, a Anita le encantaba escuchar esas melodías porque podía adentrarse en sus sueños e imaginarse ser la heroína de cualquier cuento de princesas. 
El auto todavía olía a nuevo, era grande y muy cómodo. Toco apenas con sus deditos los patines desgastados que tantas aventuras divertidas había compartido en los diferentes parques a los que iba junto Georgina y su papá. Algo le llamó la atención de su rodilla derecha...¡Ya casi estaba sanada la raspada que se hizo la última vez al caerse en el pavimento! 
Anita cerró los ojos y repasó cada detalle de aquella caída, iba jugando con Georgina a ver cual de las dos lograba llegar más rápido a ese árbol tan grande al centro del parque, cuando una rama coqueta la hizo tropezar y caer hacia la derecha, haciendo sangrar su rodilla, auchhhhh ¡Como dolía! En un momento estaba el papá de Georgina levantándola y llevándola a curar, para dejarla lista y seguir jugando con su amiga. 
Ni siquiera se acordaba del raspón y eso que había sido la semana pasada. 
No se acordaba del dolor de la curación ni del ardor al bañarse por la noche.
Tampoco le importaba que la costra estuviera en peligro de arrancarse, volviendo a sangrar.
No, nada de esto, llamaba su atención.
Lo que ella sentía al mirar su rodilla, eran los maravillosos momentos cuando compartía los juegos con su amiga, casi-hermana Georgina, el amor tan grande que recibía del doctor José, siempre al pendiente de que las niñas se divirtieran al aire libre y estuvieran seguras a su cargo, los parques llenos de árboles y flores de todos colores...
Lo que ella sentía, era sólo felicidad. 
Porque eso es la vida...podemos tener pequeñas o grandes caídas, que nos dejan marcas y enseñanzas, pero lo importante es, que eventos decidimos dejar en nuestra memoria, para recordarlos una y otra vez.  
Gracias Georgina, gracias doctor José, porque ustedes, han sido parte importante de mi niña, que busca ser feliz.